Si ya la viste, solo podemos decirte que, al igual que tú, lloramos mucho al ver la película y es porque nos da un montón de lecciones para reflexionar, como las siguientes: Con este contexto, Guillermo del Toro nos expone cómo a pesar de que la marioneta es el propio Pinocchio, parecen ser los seres de carne y hueso los que viven bajo el yugo de tener que obedecer y servir a un fascista por “el bien de la nación”. Sin embargo, Pinocchio, quien está aprendiendo a vivir como un ser humano, no está tan de acuerdo con la idea de “obedecer”. Pero más allá de ser algo malo, la película nos dice que, a veces, romper las reglas, salir de la caja y vivir el libre albedrío nos sirve de manera individual para crear nuestra propia esencia y consciencia sobre lo que está bien y lo que está mal. Geppeto es un viejo que se dedica a hacer trabajos extraordinarios con madera. Como consecuencia de la guerra, un día pierde a su pequeño hijo de 10 años, Carlo, un momento sumamente fuerte del cual no puede recuperarse incluso si han pasado 20 años. Cuando Pinocchio llega a su vida, él no sabe cómo lidiar con esto, pues dentro de su corazón aún alberga el profundo dolor y duelo de haber perdido a su hijo. Pero a medida que transcurre la historia, Geppeto se da cuenta de que la vida sigue y la oportunidad que tiene de continuar de nuevo ahora de la mano de Pinocchio es una nueva oportunidad para vivir de nuevo. Sin embargo, Pinocchio le dice que a veces para los papás es complicado hacer las cosas de la mejor forma y a veces dicen cosas que no necesariamente sienten o piensan en realidad, sino que son parte de una reacción espontánea que no borra el amor que sienten por sus hijxs; esto luego de que Geppeto le dijera que es una carga. Lo avientan, lo aplastan y lo pisan y aun así continúa dando lo mejor de sí mismo para cumplir con su misión de hacer de Pinocchio un buen niño, porque al mismo tiempo, si él cumplía con ello, se le obsequiaría un deseo, el cual usaría para que su libro se publicara. Pese a esto, al final Sebastian decide usar su deseo para traer de vuelta a Pinocchio porque si bien nuestros deseos más profundos siempre serán valiosos, compartir también es parte de la vida. Mientras que Geppeto quiere que Pinocchio sea como fue Carlo, el Podestá quiere que su hijo sea el mejor soldado aún si es tan solo un niño. Aun así, ninguno de los dos pequeños quiere ni puede ser lo que sus padres quieren, por lo que deben enfrentarles para poder liberarse y ser ellos mismos. Cuando ve en sus brazos a Pinocchio sin vida, Geppeto tiene una revelación: Está llorando por la pérdida de Pinocchio, no la de Carlo. Porque ambos son diferentes, pero los dos le regalaron una inmensa felicidad. Cuando Pinocchio vuelve a la vida gracias a Sebastian, Geppeto libera su carga diciéndole a su hijo que no debía ser como Carlo, sino ser él mismo… y así comienzan de nuevo. Y es que Pinocchio parece no entender que aunque él posee un gran don, sus seres queridos no, así que como dicta el ciclo de la vida, morirán en algún momento… pero eso no es más que parte de estar vivo. Con el tiempo, Geppeto partió del mundo, luego Sebastian y finalmente Spazzatura. Para cuando esto sucede, sabemos que Pinocchio se fue a recorrer el mundo y aunque no estamos seguros de si muere o no (porque no se deja claro si todavía es inmortal), sabemos que se convirtió en un niño de verdad cuando pudo vivir su vida siendo él mismo.